Amar a todas mis Versiones

Antes pensaba hacer un video más cool, con mis fotos en bikini las cuales servían para chequear mi progreso mensualmente. Pero mientras recopila y seleccionaba las fotos una a una en mi celular, me di cuenta que luego tenía que entrar a las fotos de la carpeta Hidden que el iPhone tiene, ya que ahí había también guardado algunas de las que necesitaba. 

Lo que no me esperaba, era encontrarme con las fotos de mi vestido de novia, allí estaban para que Stephan no viera mi vestido por error antes del día. Uff, debo decir que me llevó a un mar de lágrimas. Lágrimas de compasión, de superación, de felicidad. En las primeras fotos me encontraba con el primer día que probé los dos vestidos (sí, dos, porque me quedé con el segundo). Nunca olvidaré, que ningún vestido me cerraba, ver esas fotos, mis brazos, la espalda, me llevó a mis recuerdos dónde a través de una sonrisa por probarme el vestido de mis sueños, escondía una tristeza muy profunda por verme en el espejo. No olvidaré que ese día le dije a la chica de la tienda, que me hiciera las medidas con dos tallas menos porque estaba en un proceso de pérdida de peso, y ella me dijo: ¿segura? Y yo respondí, sí.

Seguí haciendo scroll down, y me encontré con la primera prueba de vestido: uff, me tienen que coger talla, porque me quedaba grande. Y me acuerdo que ese día me sentí como con un peso menos en mis hombros. Ese día la persona que me tomó medidas me dijo: No vale que volvamos a ajustar ahora, si vas a seguir perdiendo peso hasta el día de la boda. Debo mencionar, que nuestra boda se retrasó un año más. A veces pienso, que el universo jugó a mi favor retrasando la boda dos veces, al menos así me gusta creerlo. 

Llegó el gran día, la última prueba. Uff este día sí que marcó mi corazón, me sentí como una princesa. Sí, ya sé suena muy cursi, pero así me sentí. El vestido estaba hecho a mi medida, pero lo que yo veía en el espejo, era mucho más de lo que cualquier otra persona podía ver en ese momento. Yo veía todo el esfuerzo hecho detrás, toda mi evolución internamente, toda la compasión que sentía por esa otra versión de mi pasado, porque sí, esa versión era una Rebeca triste, pero lo que es más importante para mí, es decirle cuánto le agradezco, porque sin ella, y sin su valentía, la versión de mi Rebeca de ahora, no existiría. Por eso, aprendí a querer todas mis versiones.  Estas fotos muestran distintas versiones de mí misma. En las primeras fotos me encontraba con el primer día que probé los vestidos de novia. Nunca olvidaré que ninguno de los vestidos me cerraba. Un día tan especial, pero que a la vez, a través de una sonrisa por probarme el vestido de mis sueños, escondía una tristeza muy profunda por verme en el espejo. 

Llega la primera prueba de vestido: me tienen que coger talla, porque me quedaba grande. Ese día me sentí como con un peso menos en mis hombros. Debo mencionar, que nuestra boda se retrasó un año más. A veces pienso, que el universo jugó a mi favor retrasando la boda dos veces, al menos así me gusta creerlo. 

Llegó el gran día, la última prueba. Este día sí que marcó mi corazón, me sentí como una princesa. Sí, ya sé suena muy cursi, pero así me sentí. El vestido estaba hecho a mi medida, pero lo que yo veía en el espejo, era mucho más de lo que cualquier otra persona podía ver en ese momento. Yo veía todo el esfuerzo hecho detrás, toda mi evolución internamente, toda la compasión que sentía por esa otra versión de mi pasado, porque sí, esa versión era una Rebeca triste, pero lo que es más importante para mí, es decirle cuánto le agradezco, porque sin ella, y sin su valentía, la versión de mi Rebeca de ahora, no existiría. Por eso, aprendí a querer todas mis versiones.  

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